miércoles, julio 6

Periplo estival



            Queridos merodeadores de Babel: Este año voy a adelantar un poco mi periplo estival, que en esta ocasión transitará por tierras patrias. Por la auténtica patria, pardiez, porque Asturias es España y el resto, en fin, territorios reconquistados. El caso es que me han invitado a participar en la Semana Negra, así que a partir del 13 de julio me tendréis en Gijón junto a mi querida wife, la simpar y encantadora Pepa Álvarez. Antes nos daremos un garbeo por San Sebastián, Navarra y Santander.

            Luego, a la semana siguiente, a partir del 20, iremos a Avilés, donde nos reunimos con nuestro hijo Pablo, para asistir al Festival Celsius. Estuvimos el año pasado y disfrutamos tanto que hemos decidido repetir. Así que, como veis, vacaciones norteñas y frikis.

            Si queréis verme, ya sabéis por dónde voy a andar. Y si estáis hartos de mí –pasa mucho, no os culpo-, felicidades porque me vais a perder de vista un tiempo. Pero a cambio, en agosto volveré a dar la vara.

            Amigas, amigos, felices vacaciones.
 
 

martes, julio 5

Miscelánea política


            Los acontecimientos políticos de las últimas semanas requieren una sesuda y profunda interpretación. A falta de alguien inteligente que la haga, aquí van mis opiniones al respecto:

            Partido Popular. Lo que más me jode de los resultados obtenidos por el PP es que demuestran que Rajoy tenía razón. Su táctica era la acertada, no hacer nada, dejar pudrir la situación, quedarse ahí, paralizado, con cara de conejo deslumbrado por los faros de un coche. Al final resulta que el listo era él y nosotros los tontos.

            No importa la corrupción que, ya está claro, era y es consustancial al partido, no importa el progresivo desmantelamiento del estado del bienestar, no importan los recortes en derechos sociales, no importa el uso partidista del aparato del estado, no importan las mentiras, no importa el desmesurado aumento de la deuda pública, no importa la destrucción de los derechos laborales, no importa el incremento de la desigualdad... no, nada de eso importa. Votaremos al PP, ahora y siempre, porque: A) Pertenecemos a una clase elevada con gran poder económico, y la derecha defiende mejor nuestros intereses (vale, eso lo entiendo). B) Ehhh... Vamos a ver, al PP le han votado 7.906.185 personas. Está claro que en España no hay, ni remotamente, 7.906.185 ricos, así que la mayor parte de esos votantes son de clase media y baja. ¿Por qué esa gente, claros damnificados por las políticas del PP, le votan? Sólo se me ocurre una respuesta, pero no sería diplomático decirla.

            Podemos (Unidos Podemos). Es gracioso; los sabios de Podemos ya han dictaminado la causa de que su victoriosa coalición haya perdido más de un millón de votos: la campaña del miedo. Es decir, que la culpa ha sido de los votantes, que son unos caguetas, pero no de los líderes de la formación, que son listísimos.

            No, no, no, los bandazos ideológicos no tienen nada que ver. Ahora soy transversal, ni de izquierdas ni de derechas; ahora soy bolivariano y chavista; no, espera, soy comunista. ¿Y un poco peronista? Por qué no, si nadie sabe lo que es eso. Ojo, que también soy nacionalista. Ah, un momento, he tenido una revelación: lo que en realidad soy es, tachán, ¡socialdemócrata! Y para probarlo me alío con el PC y rindo sentidos homenajes a prestigiosos socialdemócratas como Julio Anguita o Arnaldo Otegi. ¿Quién en su sano juicio podría afirmar que esa ensalada ideológica ha tenido algo que ver con el tropiezo electoral de Podemos?

            Como evidentemente nada tiene que ver con eso la personalidad de su líder, que si quisiera aparcar el ego necesitaría un hangar de la NASA. Por amor del cielo, ¿para practicar el populismo es necesario ser tan cursi y tan melifluo? Unidos Podemos. La sonrisa de un país. ¿La sonrisa? ¿En serio?... No te jode, para sonrisitas estamos ahora.

            Genial, Pablo, genial. Impides un gobierno alternativo al del PP y fuerzas una repetición de las elecciones, para dar un buen sorpasso, adelantar al PSOE y convertirte en el partido dominante de la izquierda, y después forzar a los socialistas a que te apoyen para ser presidente de gobierno, y luego, con lo que hayas obtenido al vender la leche, comprarás una vaca, fabricarás quesos, y comprarás más vacas...

            Ciudadanos. Siempre he pensado que uno de los problemas de nuestro país era que todo el espectro de la derecha estaba concentrado en un solo partido. Por eso celebré la aparición de Ciudadanos, una derecha civilizada y moderna que quizá pudiera sustituir a los dinosaurios del PP. Desgraciadamente, el “voto útil” ha segado la hierba bajo los pies de Rivera.

            ¿Qué tiene de útil ese voto?, me pregunto. Votar al mal para cerrarle el paso a lo que consideras otro mal, lo mires como lo mires, es pactar con el demonio.

            PSOE. Hoy por hoy es un partido desunido y sin ideas, una formación anquilosada que es incapaz de conectar con las capas más jóvenes de la sociedad. Creo sinceramente que Pedro Sánchez no lo ha hecho tan mal... aunque también creo que no es un político de fuste. Pero, ¿hay algún socialista de fuste? La mejor colocada internamente es Susana Díaz, que es una populista de mierda. Si ella toma la riendas, el PSOE acabará convirtiéndose en un partido regionalista andaluz. Igual que el resto de las socialdemocracias europeas, la nuestra anda más perdida que un skinhead en unos juegos florales.

            Los votantes. Hay muchos tópicos acerca de los votantes. Por ejemplo: “Los votantes quieren que haya pactos”. Mentira; cada votante quiere que su opción gane por mayoría absoluta; lo de los pactos es un accidente estadístico. Otro ejemplo: “Los votantes nunca se equivocan”. No, claro; los alemanes no se equivocaron ni un pelo al votar en 1933 al NSDAP...

            Casi ocho millones de personas han votado a un partido corrupto hasta la médula. Pero quien vota a corruptos, a sabiendas de que lo son, ¿no se convierte en cómplice de la corrupción? Si los demócratas no castigan a los que ejercen la política como una forma de delincuencia, ¿son realmente demócratas? La democracia es, en un 99 %, ética; si los votantes no son éticos, la democracia se convierte en una burla. ¿Voto del miedo? No, voto de la vergüenza.

            Algo más de cinco millones de personas han votado a Unidos Podemos. Es el voto del hartazgo y del cabreo. Los votantes de Podemos son, en gran parte, jóvenes urbanos con buena formación académica. Es decir, aquellos a los que se les ha hurtado el futuro, los más maltratados por la crisis. Quieren un cambio, pero no tienen un modelo hacia el que cambiar. Su voto es un voto a la contra, un voto indignado. ¿Sirve eso para construir algo? Y si es así, ¿qué? ¿Alguien lo sabe? Esos cinco millones de votantes se merecen algo mejor.

            Los ingleses. Siempre me gustaron los ingleses, siempre me fascinó Inglaterra. Creo que eso se debe a que mi primer gran mito literario, cuando era un crío, fueron las historias de Guillermo Brown. Adoro a los narradores ingleses, a sus humoristas, me gusta la cultura de ese país, su música, su cine, su mitología...

            Pero algo se está torciendo en mi interior últimamente. Hace tres años me invitaron a visitar Eton, quizá el colegio más exclusivo del mundo. Fue fascinante y, al tiempo, estremecedor. Aquello era una especie de sociedad secreta de privilegiados, un criadero de amos del universo. El año pasado Pepa y yo recorrimos Irlanda, y descubrimos sobre el terreno las muchas y terribles atrocidades que los ingleses cometieron allí. Y así, poco a poco, mis sentimientos hacia los ingleses han ido cambiando. Sigo amando a la Inglaterra literaria, pero la Inglaterra real... en fin.

            Y ahora los muy capullos votan salir de la Unión Europea. Por miedo a los emigrantes y porque les resulta imposible aceptar que ya no son un imperio. En su ensayo Las leyes fundamentales de la estupidez humana (Allegro ma non troppo), Carlo M. Cipolla afirma que el grado máximo de estupidez se alcanza cuando alguien hace algo que daña a los demás y le daña a él mismo. En tal caso, David Cameron es uno de los gilipollas más grandes de la historia. Y los que votaron el brexit también.